Siempre he pensado que la grandeza de la gente no se ve en el coche que conduce, ni en los ceros de su nómina, ni en las mujeres que se lleva a la cama, sino en cómo es mirado por un hermano pequeño.
Son ellos, los hermanos pequeños, los que nos conocen en todas nuestras facetas. Nos han visto fuera de casa, con los amigos, la familia, tratando con desconocidos… Y también nos han visto en casa: levantarnos por las mañanas, de buen y mal humor, descargar frustración e impotencia sobre quien no tiene culpa de nada o saltar de alegría al conseguir una meta difícil… Nos han visto resoplar ante una cocina sucia y llena de platos por limpiar, llegar a casa cansados y buscando desplomarnos en el sofá, nos han visto reír y llorar y saben perfectamente cómo nos sentimos, porque han crecido a nuestro lado y saben lo que pensamos a cada momento… O al menos así lo siento yo. Y no lo cambiaría por nada del mundo. NADA.
#27.